martes, 31 de diciembre de 2013
jueves, 26 de diciembre de 2013
Un derroche de méritos sin una justa compensación
Este es un caso de esos que hoy, por ser tantos, no
destacará lo suficiente para atraer nuestra atención, y quién sabe, quizá despertar
nuestra solidaridad.
No hace mucho que conozco a esta persona, nos veíamos poco,
y en los breves encuentros pues no da tiempo a captar algo más allá de las
palabras de cortesía, de informaciones rápidas y tópicas sobre la salud, el aspecto, o lo que
sea.
Últimamente nos hemos vito más y con más tiempo, de manera
que vamos acumulando datos, noticias, y también da tiempo a soltar las
emociones contenidas, a sincerarse y manifestar la verdadera situación por la
que atraviesa una emigrante, después de años en nuestro país sin conseguir
regularizar su situación.
Yo confieso que me sorprendió la historia completa de mi
amiga, más aún porque ella no va presumiendo de víctima a pesar de las
circunstancias; ella se esfuerza por dar una apariencia de normalidad, de
fortaleza, siempre alegre, y en realidad su espíritu es así, no está ocultando
nada, es capaz de vivir la alegría de los encuentros de hablar con los amigos,
de ayudar incluso a otros, y a la vez estar soportando la tensión y la
indignación de la injusticia que padece como madre de una hija estupenda,
trabajadora donde las haya, capaz de haber
terminado casi la carrera de medicina por sus propios medios, pero que
por no poder pagar la matrícula no va poder obtener el título de médico. Es una
alumna brillante de 5º curso de medicina; ha salido en la tele pegando carteles
y explicando su situación, pero, nada…
Esta mujer (es una buena informática, y muy trabajadora) necesita
unos meses de contrato para poder regularizar su situación, pues lleva casi
seis años trabajados y cotizados en nuestro país. Le quedan pocos meses para
dejar de cobrar la RAI y después no tendrá ni para pagar el alquiler, y en
cáritas a tanto no llegamos…De ese modo quizá se le arreglara todo y por
supuesto la enorme satisfacción de que su hija pudiera terminar su carrera y
cumplir así su sueño: comprarle a su mamá una casa…
No terminan aquí los padecimientos de mi amiga, pero no creo
que ella quisiera contarlos, esos otros males son personales unos y otros
inevitables e inoportunos. Quiera Dios que tanto sufrimiento tenga pronto
alguna compensación, para ir tirando…por lo menos.
Se necesita mucha comprensión
Llevo pocos días incorporado a esta Cáritas de San Marcos y
me siento como en casa, por supuesto que me han recibido con los brazos
abiertos, y me tratan demasiado bien sin mérito alguno por mi parte todavía.
En pocos días hemos acogido a dos familias; ahora tenemos
que pedirles más papeles, más pruebas de si reciben otras ayudas de los
servicios sociales y cuantas. Yo no digo que esté mal esta medida, al
contrario, quizá está pensado para que de verdad lleguen a quienes más lo
necesitan los recursos de que disponemos, que no aumentan al ritmo del número
de familias que cada día vienen a pedir ayuda.
“Yo lo que quiero es trabajar”, afirma un hombretón desde la
puerta, todavía con aspecto muy saludable y un tono de voz fuerte y decido; muy diferente de aquel que lleva varios meses
sin trabajo, él y ella, con dos hijos o más, y le cuesta conciliar el sueño
cada día, penando qué puede hacer al día siguiente, dónde puede ir que
encuentre un motivo para esperar, para
confiar; porque cuando vuelva sus hijos le pedirán algo, a lo que estén
acostumbrados, y quizá no tenga ni fuerzas para darle un abrazo.
Se necesita mucha comprensión, pero también abrir bien los
ojos, todos tenemos cerca a alguien que lo está pasando mal, nosotros mismos
nos tentamos los bolsillos cada día y cada día tenemos menos, pero ello no nos
debe impedir ser generosos, compartir una moneda, un gesto, y una palabra, eso
a veces es suficiente.
Pequeñas empresas fantásticas
Hoy me han producido una pequeña conmoción tres casos de
familias, con características parecidas en edad y número de miembros, pero muy
diferentes entre sí.
El primero son dos matrimonios asociados para superar la
crisis. Han decidido vivir juntos, en la misma casa, compartiendo el alquiler
aunque luego hagan cada uno su propia vida. Como los papeles hoy son
obligatorios, les exigimos un padrón a cada uno. Pero ahora nos dicen que no
les permiten empadronarse en la misma casa.
¿Hay derecho a esto? ¿Se puede prohibir a alguien vivir con
quien le de la gana? ¿Y nosotros, qué
hacemos? ¿Acogemos a los dos, como familias independientes, o a una sí y a la
otra no? Dios mío, qué lío… y estamos empezando…
El segundo caso es completamente diferente, justo lo
contario, es una pareja que se está separando pero comparten el mismo piso… Hoy
nos ha lanzado otro reto difícil de solucionar. Tienen la separación pero aún
no tienen el régimen de visitas legalizado. Había venido la madre a recoger los
víveres, y al rato viene el padre, que es el titular, exigiéndonos que lo
borremos, porque su pareja le da de los
víveres lo que le conviene o le parece, y él está harto de cómo lo trata, así
que para evitar problemas con ella quiere que lo borremos. Naturalmente nos
negamos, ya que la ayuda principal es para los hijos. El no lo entiende muy
bien, ya que está ofuscado con su propio problema, las afrentas de su pareja…
El tercer caso es un matrimonio que se ha roto recientemente,
ella viene a recoger los víveres, y muy previsora trae los datos de su nueva
pareja…si estos datos no nos hacen falta, si lo peor es que su nueva pareja
tampoco trabaja y va a vivir de esta ayuda; y lo difícil de entender es cómo
éste hombre ha logrado echar de casa al padre de las criaturas, debido a una relación diaria, nocturna e irresponsable
por Internet…
Necesitamos un asesor...Siempre que hay una dificultad
decimos esta frase hoy. Pero, en uno de estos casos está la solución, una
solución que cada uno, con sentido común, es capaz de encontrar por sí mismo,
como han las dos primeras parejas. A mí se me ocurre, o mejor, deduzco que en
el primer caso las dos parejas se quieren y buscan una solución para seguir
juntos; además, son solidarios los unos con los otros. Magnífico. Gracias a
Dios hay personas con sentido común y los lazos de afecto son fuertes, hay
renuncia, hay entrega, y por tanto garantizan el futuro de los hijos. Son
auténticas células sanas de la sociedad por lo que cabe la esperanza de
salvación.
En Cáritas debiéramos tratar de modificar nuestro sistema de
acogida, primero estar bien preparados espiritualmente, ser personas
satisfechas con su propia vida para poder acompañar sin prejuicios, reservas ni limitaciones, sólo las que impone el respeto a las decisiones del otro.
Por otro lado, cada día las trabas administrativas son más y
más absurdas, y algunas leyes no se
basan en la justicia, son discriminatorias y fuente de división social y
pobreza. Debemos ser críticos y estar por encima de ellas. Cáritas yo siempre
he pensado que es como la Providencia, y me gusta seguir pensando que es sobre
todo eso, Providencia, que implica preocupación por cada uno, al igual que la
Providencia divina es el cuidado amoroso de Dios con sus criaturas,
conservándolas y dándoles la oportunidad de salvarse.
Los matrimonios son sobre todo amor, pero también son
pequeñas empresas fantásticas que nos aportan todo tipo de bienes, materiales y
morales, y donde se forman personas sociables, solidarias dispuestas siempre a
servir al bien común. Si estas pequeñas empresas fantásticas quiebran, la
sociedad empieza a fallar por la base, corriendo peligro el edificio entero; como en una
explosión controlada, la sociedad entera se autodestruye. Pero, como acabamos
de ver, aún quedan familias naturales verdaderas, por tanto aun quedan
cimientos sólidos sobre lo que poder seguir reconstruyendo las partes dañadas.
Desde Cáritas podemos hacer mucho…más que proporcionar alimento material,
perecedero.
domingo, 22 de diciembre de 2013
viernes, 20 de diciembre de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)