Este es un caso de esos que hoy, por ser tantos, no
destacará lo suficiente para atraer nuestra atención, y quién sabe, quizá despertar
nuestra solidaridad.
No hace mucho que conozco a esta persona, nos veíamos poco,
y en los breves encuentros pues no da tiempo a captar algo más allá de las
palabras de cortesía, de informaciones rápidas y tópicas sobre la salud, el aspecto, o lo que
sea.
Últimamente nos hemos vito más y con más tiempo, de manera
que vamos acumulando datos, noticias, y también da tiempo a soltar las
emociones contenidas, a sincerarse y manifestar la verdadera situación por la
que atraviesa una emigrante, después de años en nuestro país sin conseguir
regularizar su situación.
Yo confieso que me sorprendió la historia completa de mi
amiga, más aún porque ella no va presumiendo de víctima a pesar de las
circunstancias; ella se esfuerza por dar una apariencia de normalidad, de
fortaleza, siempre alegre, y en realidad su espíritu es así, no está ocultando
nada, es capaz de vivir la alegría de los encuentros de hablar con los amigos,
de ayudar incluso a otros, y a la vez estar soportando la tensión y la
indignación de la injusticia que padece como madre de una hija estupenda,
trabajadora donde las haya, capaz de haber
terminado casi la carrera de medicina por sus propios medios, pero que
por no poder pagar la matrícula no va poder obtener el título de médico. Es una
alumna brillante de 5º curso de medicina; ha salido en la tele pegando carteles
y explicando su situación, pero, nada…
Esta mujer (es una buena informática, y muy trabajadora) necesita
unos meses de contrato para poder regularizar su situación, pues lleva casi
seis años trabajados y cotizados en nuestro país. Le quedan pocos meses para
dejar de cobrar la RAI y después no tendrá ni para pagar el alquiler, y en
cáritas a tanto no llegamos…De ese modo quizá se le arreglara todo y por
supuesto la enorme satisfacción de que su hija pudiera terminar su carrera y
cumplir así su sueño: comprarle a su mamá una casa…
No terminan aquí los padecimientos de mi amiga, pero no creo
que ella quisiera contarlos, esos otros males son personales unos y otros
inevitables e inoportunos. Quiera Dios que tanto sufrimiento tenga pronto
alguna compensación, para ir tirando…por lo menos.
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