miércoles, 8 de enero de 2014

De la homilía del P. Ignacio Galán Gener. La Epifanía.



Epifanía quiere decir que Dios se manifiesta a todos los hombres, de toda raza, pueblo y nación. Está representada en los Reyes Magos, hombres misteriosos que llegan a Belén siguiendo una estrella, y vienen para adorar al Rey del universo.

Los judíos creían, y nosotros también a veces nos parecemos a ellos, que sólo ellos eran los elegidos, los destinatarios de una promesa se salvación. Pero Dios no excluye a nadie, quiere que todos los hombres se salven.

El signo de los R. Magos es que Cristo va a ser adorado en todo el mundo, lo único que necesitamos los hombres es abrirnos a Dios, verlo como esencial y cotidiano, formando parte de nuestras vidas.

Como dice San Pablo, ya no hay diferencias entre los hombres, Dios ama a todos por igual, y el mismo Cristo resucitado lo dice: Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio…”

Hoy, nosotros, al celebrar esta fiesta, abrimos nuestro corazón a todos aquellos que  necesitan a Dios, que no saben que Él está cerca; pero no tenemos que ir a países lejanos para encontrar a los que han abandonado la fe, a quienes no se sienten capaces de amar a Dios a pesar de haberlo conocido. Tenemos que ser testigos de Dios en medio de nuestro mundo, de nuestro pueblo.

El amor de Dios lo puede todo, puede reinar donde el corazón es más duro, donde no había esperanza. Dios es un puente para unirnos a todos, y por eso vino a nosotros, para hacerse igual a nosotros y  permitirnos recuperar su amistad para siempre.


Con este espíritu celebramos la fiesta de la Epifanía, el de ser testigos de Cristo en nuestro  mundo, ser el faro que alumbra el camino que lleva a Dios. Que la Virgen María nos ayude a ser testigos de su Hijo, en un mundo que está muy desorientado.

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